El concepto Renacimiento se aplica a la época artística que da comienzo a la Edad Moderna. El término procede de la obra de Giorgio Vasari "Vidas de pintores, escultores y arquitectos famosos", publicada en 1570, pero hasta el siglo XIX este concepto no recibe una amplia interpretación histórico-artística.
Sin embargo, Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista.
De hecho el Renacimiento rompe, conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que califica, con pleno desprecio, como un estilo de bárbaros o de godos. Y con la misma consciencia se opone al arte contemporáneo del Norte de Europa.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significa una ruptura con la unidad estilística que hasta ese momento había sido supranacional.
El Renacimiento supone una nueva forma de entender el arte. Las artes liberales ya no están controladas por los gremios, sino bajo la protección de los príncipes y la burguesía. Nacen, así, los mecenas, como las familias Medici, Rucelli, Tornabuoni o Pazzi. Aparece la figura del artista genial, por lo que se abandona definitivamente el anonimato. Sin embargo, surge el taller del maestro, que controla el acceso a la profesión de los oficiales y aprendices, y que es quien recibe los encargos de los clientes. Además de la burguesía, la Iglesia y la monarquía serán protectores de los artistas, ya que se descubre el valor propagandístico del arte. Se establecen tres tipos de relación entre el artista y el cliente: el sistema doméstico, en el que el mecenas acoge en su casa al artista para que trabaje; el mercado, en el que el artista simplemente vende las obra que crea por encargo, y la academia, en el que el artista trabaja para el Estado.
Todo esto exige una formación científica de los artistas y una gran capacidad de creación. Se inventa la perspectiva caballera, con sus puntos de fuga matemáticos, y la perspectiva aérea, con el sfumato. Se pone mucha atención en las proporciones, para las que se utilizará el canon clásico, que progresivamente se irá alargando, y se guardará la proporción entre las partes. Se redescubre la arquitectura de Marco Vitrubio, el muro de carga y como cierre del espacio, la columna guarda una proporción entre la altura y la anchura, y el arco con la luz, se tiende a la horizontalidad y a la escala humana, para crear un espacio unitario. Reaparece el retrato, el desnudo, principalmente mitológico, y el paisaje, todo ello idealizado.
No es una copia de la antigüedad, sino su interpretación. Se busca el realismo, pero se idealiza la naturaleza, se trata de un arte burgués. En el Renacimiento el hombre recupera su protagonismo como primer objeto artístico, según la tradición grecorromana. El hombre es la obra más perfecta de Dios. Se recupera el retrato y la naturalidad sin hieratismo, de la mano de la nueva burguesía.
Se pinta la figura humana independientemente de lo que represente, Virgen o cortesana, Apolo o Cristo, lo que importa es la figura humana. El tema interesa poco, pero sí lo bello frente a lo representativo.
El objeto del arte es el mundo natural, la imagen del mundo que se identifica con la civilización. Hay un nuevo humanismo y una mentalidad burguesa que busca al hombre ideal en equilibrio con la naturaleza.
En su última etapa, cuando están conseguidas todas las soluciones técnicas, es cuando se pinta "a la manera de" un maestro o de otro, corriente a la que se llama manierismo, que utilizará todos los tipos clásicos de forma alambicada y "virtuosista".